En este momento estás viendo DEJA DE REPETIR EL GUIÓN DE OTROS

DEJA DE REPETIR EL GUIÓN DE OTROS

COMPARTIR

¿Y si la vida que hoy llevas está construida sobre frases que no elegiste? ¿Sobre decisiones que no nacieron de tu alma, sino de lo que otros dijeron que era “correcto”? ¿Y si todo eso te ha convertido en un personaje dentro de una historia que no te representa?

Vivimos repitiendo libretos invisibles, actuamos papeles que otros nos asignaron y lo más doloroso es que muchas veces… ni siquiera lo notamos, hasta que un día algo dentro de ti grita: «¡Basta! Esta no es mi historia, yo quiero escribir la mía.”

Tabla de contenidos

Ese fue mi caso, aquí empieza lo que quiero contarte, cuando era niña… Mi madre solía leerme historias de la Biblia, historias profundas y reales, donde personas comunes enfrentaban situaciones difíciles, y siempre las superaban con fe, historias que me enseñaron que el dolor no era el final, que todo podía transformarse.
 
Recuerdo que tenía apenas once años cuando mi mamá me regaló un libro, un libro que ha sido mi compañero de vida, no porque lo lea todos los días, sino porque lo que decía… me marcó para siempre, en ese libro, el autor hablaba de valores que en ese en ese momento yo apenas empezaba a comprender: La disciplina, autorrealización, potencial y carácter.
 
Pero lo más impactante eran las historias, relatos de personas reales que desafiaron su entorno, sus miedos y sus límites, personas que, a pesar de lo difícil, lograron construir la vida que querían, cada página que leía dejaba una huella en mi mente, cada historia se convertía en una semilla y yo, sin saberlo, comencé a imaginar que un día… también tendría mi propia historia de superación.

El día que decidí ser la protagonista

Me hice una promesa: “Un día escribiré mi historia de éxito. Una historia que inspire a otros.” Y cuando salí al mundo decidida a construir ese sueño… descubrí una verdad incómoda: nada era tan fácil como lo imaginé, los obstáculos eran reales, las dudas también.
 
Y la persona más difícil con la que tendría que luchar… era conmigo misma, mi yo del pasado, mis miedos, mis creencias y mis inseguridades, tuve que aceptar algo muy profundo: para llegar a mi yo futuro, primero debía vencer a mi yo actual.

Mis sueños me exigían más que deseo: me exigían transformación

No bastaba con querer un mundo mejor, primero debía convertirme en una mujer capaz de construirlo, eso significaba crecer, formarme, cuestionarme, disciplinarme, como dice Gandhi: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo.” Y yo entendí que si quería cambiar el mundo… primero tenía que cambiar yo.
 

¿Tener éxito… o ser un éxito?

Después de años de búsqueda, entendí algo que nadie me había enseñado a tiempo, la mayoría de las personas se enfocan en tener éxito, olvidando ser un éxito, y aunque suenan parecido, en realidad… no significan lo mismo, nos obsesionamos con los resultados: ingresos, logros, metas visibles, perseguimos el “tener” como si ahí estuviera la plenitud.
 
Pero en el camino olvidamos lo esencial: lo que estamos siendo mientras intentamos tenerlo todo y fue entonces cuando lo comprendí con claridad: primero tienes que ser, para luego hacer, y solo entonces tener, ese es el orden correcto, el único que realmente funciona, cuando lo inviertes, todo se desequilibra, aunque por fuera parezca brillante.

El primer paso no está afuera, está adentro.

Y quiero que te lleves esto grabado en el corazón: “El primer paso está en buscar la fuerza interna.” Sí, antes de salir al mundo a conquistar metas, necesitas mirar hacia adentro, necesitas conocerte, hacer las paces contigo, descubrir quién eres realmente y qué deseas lograr de forma auténtica, y aunque suene bonito, la realidad es que ese proceso requiere herramientas internas que nadie nos enseña en la escuela:
  • Disciplina para mantenerte firme cuando la motivación se va.
  • Claridad de metas para no caminar a ciegas.
  • Y un enfoque real, sin distracciones, sin autoengaños.
Además, hay algo crucial que muy pocos se detienen a hacer: Definir qué significa el éxito para ti, porque lo que yo llamo éxito, tal vez tú lo llamarías estrés y lo que tú anhelas, tal vez para otros no tenga ningún valor, el éxito no se mide con una sola regla, cada quien debe construir su propia definición.

El éxito real no es una cifra, es un equilibrio

Con el tiempo entendí que el verdadero éxito no es tener una agenda llena ni una cuenta bancaria rebosante, es poder acostarte cada noche sintiendo que viviste un día que sí te representa, un día alineado con tus valores, con tu propósito, con lo que tú quieres construir y para lograr eso, necesitas integrar todas las áreas importantes de tu vida:
  • Tu familia
  • Tu salud
  •  Tu espiritualidad
  • Tu energía emocional
  • Tus relaciones más cercanas
  • Tu crecimiento interior
Porque no puedes construir una vida plena si tienes éxito financiero… pero vacío emocional, no puedes avanzar en paz si prosperas en tu negocio, pero te desconectas de tu pareja o de tu salud, el éxito real es sostenible cuando hay equilibrio, durante varios años, tuve mi propia empresa, manejaba buenos ingresos, me iba bien profesionalmente, y desde afuera, todo parecía en orden.
 
Pero por dentro… algo no encajaba, había logrado muchas cosas, sí, pero también había descuidado otras partes de mí, mi energía, mi motivación, mi propósito… se sentían apagados. Sí, tenía dinero. Pero no me sentía plena, ahí me di cuenta de una verdad incómoda: el dinero nunca será suficiente si estás desconectada de tu alma.

El día que escuché algo que me sacudió por dentro

Fue una frase que me acompañará toda la vida. La escuché de Jim Rohn y desde entonces… la llevo tatuada en la conciencia: “Debes elegir entre dos dolores: el dolor de la disciplina o el dolor del arrepentimiento, la disciplina pesa gramos… el arrepentimiento pesa toneladas.” Y qué razón tenía. Imagina que tienes dos mochilas frente a ti:
  • En una hay pequeñas piedras: esas representan la disciplina diaria, levantarte temprano, ser constante, hacer lo correcto aunque no tengas ganas.
  • En la otra hay bloques pesados: representan el arrepentimiento, lo que no hiciste, lo que postergaste, lo que sabías… pero no aplicaste.
Por eso, hoy te digo esto con el alma: Antes de enfocarte en tener éxito, pregúntate si estás siendo un éxito, no te obsesiones solo con lo que vas a lograr, enamórate de la persona en la que te estás convirtiendo en el proceso, porque cuando tú estás bien por dentro… Cuando tu propósito y tus decisiones están alineados… Entonces lo de afuera empieza a reflejar eso y lo que antes parecía inalcanzable… empieza a fluir. Entonces, cuando fui consciente de mi posición en ese momento, supe que algo tenía que cambiar, no podía seguir esperando que la vida me sorprendiera, tenía que tomar una decisión.
 
Y esa decisión consistía en algo que para muchos puede parecer pequeño, pero para mí fue un punto de quiebre: dejar de estar en las gradas, ya no quería ser solo una espectadora, había pasado mucho tiempo observando la vida de otros, admirando lo que hacían, deseando avanzar… Pero sin atreverme a entrar, decidí entrar en el campo de fuego, en el campo de juego real, donde se cometen errores, se aprenden lecciones, se tropieza… y también se avanza. Era mi momento de dejar de ver. Y empezar a vivir.

El aprendizaje no se hace desde la distancia

Cuando ya estaba allí, inmersa en la experiencia, me di cuenta de que había muchas cosas que no sabía y lejos de avergonzarme, eso me activó, decidí capacitarme, empecé a buscar información, recursos, guía, me acerqué a mentores, escuché voces con más camino que yo, no porque no supiera nada… sino porque sabía que quería crecer, quería avanzar en la persona que soñaba con ser.

Decidí ser protagonista, sostener la pluma

Y escribir mi propia historia con conciencia, en ese proceso, entendí algo fundamental… Para lograr lo que soñaba, no bastaba con buenas intenciones, necesitaba dirección, tuve que crear un plan, algo así como una brújula que me indicara el camino a seguir y me ayudara a mantener el rumbo cuando las dudas quisieran desviarme. Y por eso, hoy quiero compartirte los siguientes pasos, no porque tenga todas las respuestas, sino porque estos pasos me han servido profundamente, y deseo que, de alguna forma, también puedan ayudarte a ti.

La brújula que me devolvió el rumbo

1. Identifica cuáles son tus fortalezas y trabaja en ellas no empieces por lo que te falta, empieza por lo que ya tienes. A veces nos enfocamos tanto en lo que hay que mejorar, que olvidamos potenciar lo que ya somos.
 
2. Sé consciente de dónde te encuentras hoy haz un escaneo interno, sin juicios, solo con honestidad, pregúntate: ¿Dónde estoy parada ahora mismo? Esa respuesta será tu punto de partida real.
 
3. Ten una meta clara No una vaga intención, una meta que puedas imaginar, escribir y sentir, las metas sin forma no se logran, las que te hacen vibrar sí.
 
4. Reconoce que necesitas ayuda nadie construye una vida poderosa en soledad, buscar guía no te hace débil, te hace valiente, te hace estratégica.
 
5. Crea una estrategia para alcanzar tu visión y tu propósito no dejes tu futuro al azar, diseña los pasos, aunque no estén todos claros todavía, un paso bien dado vale más que mil deseos sin dirección.

Toma la pluma, no pidas permiso, es tu historia.

Tal vez ya lo sospechabas, tal vez lo has sentido en el fondo del pecho, aunque no siempre lo pudiste explicar con palabras, esa sensación de estar viviendo una vida que no escribiste tú, de seguir un libreto que alguien más dejó impreso en tu infancia, tu entorno, tus miedos o tus creencias.

Y llega un momento en el que eso ya no se puede sostener, un punto de quiebre donde todo dentro de ti grita: “Esto no es lo que quiero, no es lo que soy, no es lo que merezco.” Basta ya de seguir guiones heredados, de repetir frases que nunca cuestionaste, de actuar un papel que no te representa, solo porque te enseñaron que así se supone que debe ser.

No estás aquí para ser personaje secundario en tu propia vida, estás aquí para despertar, para sentir el vértigo de elegir, para vivir con verdad, aunque duela y para escribir una historia que cuando la leas dentro de unos años, te haga llorar… de orgullo.

Y no, no necesitas tener todo claro, tampoco necesitas tenerlo todo resuelto, solo necesitas decidir, decidir que la pluma vuelve a tus manos, que tú eliges el tono, el ritmo, los giros de tu historia, incluso si al principio tiemblas, o si todavía hay páginas que duelen, porque el verdadero cambio no empieza cuando lo entiendes todo.

Empieza cuando te atreves a tomar la pluma, sin pedir permiso, la vida no espera a los que dudan, la vida responde a los que se levantan y escriben, aún con miedo, aún sin saber cómo termina el capítulo y lo más poderoso de todo es que no hay historia perfecta, pero sí hay historias auténticas, historias que nacen desde el alma, historias que inspiran, no porque sean brillantes, sino porque son reales.

Así que hoy te lo digo, no como escritora ni como coach, sino como mujer que también eligió empezar: Tú puedes seguir siendo espectador… o puedes tomar la pluma y ser autor y la diferencia entre ambos es una sola decisión.

COMPARTIR

Deja una respuesta